Una tradición argentina

Con terrible presentación nadie puede resistirse

Casi cualquier argentino ha probado en su vida por lo menos una vez un alfajor Havanna. Casí cualquier argentino dirá también que son los mejores alfajores que se producen en el país del Che Guevara. Aprovechando la ocasión que mi amiguita Mathilda se fue a Mar del Plata en invierno (ella es así, le gusta ir siempre en contra de la corriente) y me trajo un alfajor Havanna, decidí escribir esta review con el sabor en la boca todavia intacto.Primero un poco de historia. Hace unos años la única manera de comer un Havanna era esperar que algún amigo/familiar/conocido se fuera de vacaciones a la costa argentina y luego de despilfarrar pequeñas fortunas en las playas más caras, frias y sucias del mundo, con los últimos pesos decida traernos una caja de tan preciado dulce. Sin embargo, gracias a Cavallo, el neoliberalismo, los Power Rangers, Nazarena Velez y otros azotes del destino, la empresa se expandió a niveles increibles y hoy en día es posible encontrar un local de Havanna en muchos lugares de la Argentina. A esto se sumó la huida de millones de argentos a países menos inverosímiles del que los vió nacer, sumado a la globalización e Internet, que provocaron la marca sea conocida en otros rincones del mundo. Se sabe que todo argentino que vive en exterior le contó a sus conocidos lo rico que son los alfajores en general, y esta marca en particular (siempre en un mar de lágrimas como todo argentino que vive en el exterior, mientras cobra en euros o dólares). Es así como muchos hicieron pedidos para que les envíen a Europa y Estados Unidos cajas de alfajores, por lo que varias empresas se encargaron de poner en sus catálogos de venta dichos productos, a un precio bastante inflado (los genios del Marketing dijeron "al que quiere celeste que le cueste más que en su país")

Otra familia feliz que come Havanna, luego de esto, tendrán sexo

Havanna además generó una linea impresionante de dulces, pero sin duda al alfajor de chocolate sigue siendo la estrella. Con toda esta insoportable introducción creo que mucho no queda por decir más que lo trivial. Pero por las dudas si hay algun despistado que nunca probó este alfajor, aca le regalo mi análisis. El alfajor posee una de las galletitas más suaves y deliciosas que uno pueda probar, con un ligero sabor a rhum, bañadas en un chocolate apenas amargo de primera calidad, que hace contraste con una generosa capa de un muy cremoso dulce de leche. Al terminar de comerlo te queda en la boca el sabor por un largo rato, generando las ganas de salir corriendo a buscar otro. Mención especial merece el envoltorio, ya que contrariamente a la mayoría de los alfajores que se venden en los kioskos, los Havanna no vienen cerrados al vacío sino que el papel que los contiene viene doblado como se solían envolver los alfajores hace varios años. Además es metalizado y viene con una textura suave que te da esa impresión de que "aca encerrado hay algo bueno".
Sin embargo, voy a poner el único punto negativo: el precio. Si bien la marca tiene un prestigio de años y la tradición los hizo favoritos, en algunos lugares de la Capital Federal la unidad llega a costar el DOBLE que una minitorta Aguila (que en mi humilde opinión es el mejor alfajor argentino) Esto hace que para muchas personas sea difícil acceder a tan deliciosa golosina. Este detalle que no es pequeño, no nos impide decir que estamos ante un auténtico peso pesado, un grande que merece un podio y que nos recuerda lo bueno que es poder comer cada tanto algo rico y dulce, y que nos hace desear tener más amigos que se vayan de vacaciones para manguearles una caja de alfajores....
ahora....yo me pregunto....
¡¡¡¡¿cómo no sacaron un alfajor triple, en el nombre de Zoroastro?!!!!

Lo bueno: el gusto, el chocolate, el envoltorio, en suma, todo.

Lo malo: el precio; que un familiar al irte de vacaciones te diga "traéte unos Havanna a la vuelta" y no te quede plata para traer más para vos; que no existen Havanna triples

Calificación: cinco alfajores sobre cinco